Novak Djokovic y Rafael Nadal disputaron, probablemente, su último enfrentamiento en la carrera de ambos. Un inclemente Nole barrió con mucha superioridad al español, campeón olímpico en individuales en Beijing 2008 y dobles en Rio 2016. El serbio, por su lado, busca su primera presea dorada, el único laurel que le falta en su extenso palmarés.

El partido se llevó en un escenario acorde a la dimensión del encuentro. La Phillipe Chatrier de Roland Garros presenció el histórico compromiso. En esa cancha, Nadal levantó 14 veces el trofeo del abierto francés, un récord que nadie más ha podido igualar y probablemente no se rompa en muchos años.

Djokovic, aún con la rodillera en su pierna derecha por la operación en el menisco, mostró un tenis implacable y quebró dos veces en el primer set para ponerse 5-0. Nadal evitó el rosco y el primer parcial se cerró 6-1. La segunda manga continuó con el mismo ritmo y se jugaba a placer del serbio. 4-0. Sin embargo, Nadal no le puso las cosas fáciles y se puso 4-4.

El mallorquín sacó a relucir sus mejores virtudes y el estadio deliraba con el resurgimiento del ganador de 22 Grand Slam. Pero hoy, Nole está mejor. Y el de Belgrado volvió a aguarle una fiesta al público que asistió a la Phillipe Chatrier. Quiebre y ace en el servicio para llevarse el set por 6-4. Game, set, partido y clasificación a tercera ronda donde espera el italiano Matteo Arnaldi o el alemán Dominik Koepfer.

Djokovic se quedó con un partido para los libros. El campeón de 24 Grand Slam cierra un legendario historia a favor con 31-29. Le ganó a Rafa en su estadio y en la superficie predilecta del balear. El de Belgrado seguirá en su camino a lo más alto del podio. Al otro lado del cuadro sigue firme Alcaraz, el más cercano para acabar con las aspiraciones de Djokovic.

El serbio, como es de costumbre y en un escenario tan favorable a su rival de esta mañana, tuvo que soportar la hostilidad del público. Respondió poniendo el dedo en la oreja. Tras finalizar el encuentro, dedicó el triunfo a su hija con la celebración del violín, habitual en la última edición de Wimbledon.