El tiempo, implacable y eterno testigo de la historia, ha sido un observador constante en la vida de Lionel Messi. Desde aquellos primeros días en Rosario, cuando un niño con un balón en los pies empezaba a soñar en grande, hasta las glorias y desventuras que ha vivido en el escenario mundial.

Hoy, a sus 37 años, el tiempo vuelve a situarlo en el centro del drama deportivo, en lo que podría ser su última gran función con Argentina en la final de la Copa América 2024. Quizá la oportunidad final para grabar su nombre aún más profundamente en la historia, para inspirar a futuras generaciones, para demostrar que el tiempo puede ser amigo y no enemigo, si se vive con pasión y entrega.

El tiempo, ese juez implacable, nos dará el veredicto final este domingo en Miami, pero mientras tanto, nos permite soñar y creer junto a Lionel Messi.

Hemos visto a Messi enfrentar innumerables batallas, superando adversidades y alcanzando cimas inimaginables. El tiempo ha sido testigo de sus alegrías y sus lágrimas, de sus éxitos y sus frustraciones. Cada gol, cada pase, cada movimiento en el campo ha sido un diálogo silencioso entre Messi y el tiempo, una danza que ha cautivado a millones alrededor del mundo.

Sin saber si será ante Uruguay o Colombia, Lionel Messi solo tiene en la mente levantar un título más con Argentina. Así como lo hizo ante Brasil en la Copa América 2021 o ante Italia en la Finalissima o ante Francia en el Mundial Qatar 2022. Un título c, mientras el tiempo se lo permita.